Un matrimonio de jubilados para los pies a un plan urbanístico murciano
A pesar de vernos constantemente envueltos de desgracias cotidianas, en ocasiones, también ocurren cosas que nos hacen sonreír.
Esta es la historia de dos ancianos jubilados, Pedro Camacho Valencia de 89 años y su esposa Violante de 84. Ambos han vivido en su modesta casa de tonos rosados en la huerta murciana desde 1946, lugar donde además de vivir prácticamente toda su vida han criado y visto crecer a sus cinco hijos.
Hace unos años, el ayuntamiento de Murcia planeó dentro de un importante proyecto urbanístico para la capital, la construcción de una gran avenida que atravesará parte de la huerta murciana, zona que actualmente se encuentra en el punto de mira del sector inmobiliario.
Precisamente, dicha avenida cruza por el terreno donde desde hace sesenta años se sitúa la modesta morada de los Camacho y por ello la administración instó su expropiación a día 26 de abril de 2006.
Al tratarse de un inmueble humilde, se ha calificado como de tipo bajo, es decir se les ha tasado con un precio aproximado de 165.000. Con esa cantidad, el ayuntamiento pretendía que el matrimonio pagara durante 18 meses un alquiler hasta que pudieran optar a un piso de los denominados de protección oficial, construidos para los expropiados por la propia constructora encargada del nuevo proyecto.
Ante la posibilidad de ser deshauciados y tener que optar en sus circunstancias a un piso en la ciudad, pidieron que se les facilitara una casa de iguales características en la huerta donde siempre habían habitado, para poder seguir su vida de forma similar y morar hasta el final de sus días en el mismo territorio.
Pero la respuesta fue distinta a la esperada: el diez de mayo de 2007 los técnicos municipales entregan a la pareja un documento en el que se les obliga a abandonar la casa en 5 días o sino deberán abandonarla por la fuerza.
Por ello, días más tarde van en busca del mejor abogado ecologista de la zona.
La jugada ha sido fructuosa, pues el mes de septiembre pasado un juez murciano ha ordenado no seguir adelante con el derrumbe previsto para la casa hasta que no les sea adjudicada por el ayuntamiento una casa de similares caracteres, incluidos los árboles frutales, en una zona semejante y cercana.
El juez justifica su decisión afirmando que la salud del matrimonio de ancianos podría verse afectada por no ser realojados en un hábitat de idénticas condiciones y que hasta que ésto no les sea concedido, seguirán viviendo en su actual domicilio.
Así, la justicia y un matrimonio de jubilados han detenido como ocurre en pocas ocasiones, las pretensiones de un gran proyecto urbanístico municipal.
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