Reinventando la mina
Pablo Vázquez Pita
Arquitecto
La primera vez que pisé Barcelona fue con motivo de la celebración del Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos, allá por el año 96. Como todo estudiante de Arquitectura que se precie, no podía dejar de visitar los edificios que salían en las revistas de la moda arquitectónica de la época. Fue en una de esas visitas cuando llegué con unos compañeros al barrio de La Mina, para conocer el centro social que se había construido con proyecto de Carme Pinós y el desaparecido Enric Miralles.
Con franqueza he de decirles que apenas recuerdo el edificio y sí en cambio la alegre insistencia de unos chavales gitanos para que los retratáramos: “Chico, sácanos una foto, anda”. En el avión de vuelta uno de mis compañeros leyó en el periódico una noticia que hablaba de ciertos delitos cometidos en el barrio de La Mina. Ahí fue dónde empezamos a conocer un poco más el lugar en el que habíamos estado.
La Mina fue concebida en el año 1969 como un conjunto de bloques de viviendas que tenían la finalidad de realojar a los vecinos afectados por un programa de erradicación de infravivienda. Se sitúa próximo a la costa y a la desembocadura del río Besós, a caballo entre los Ayuntamientos de Barcelona y Sant Adriá, aunque pertenece a este último. Desde un primer momento, y debido en parte a la problemática que venían sufriendo los habitantes de las infraviviendas originales, el nuevo asentamiento tuvo un carácter conflictivo y marginal, cerrado en sí mismo y sus problemas, y sin la posibilidad de relacionarse adecuadamente con el resto de la ciudad.
Después de muchos años de reivindicaciones y las correspondientes promesas políticas, el cambio comenzó a llegar con la creación del Consorcio del Barrio de La Mina, entidad pública formada por la Generalitat, los Ayuntamientos de Barcelona y Sant Adriá, y la Diputación Provincial, como primer paso de la revitalización del barrio. Pero probablemente el impulso definitivo llegó siguiendo la inercia de las actuaciones ejecutadas con motivo de la celebración en Barcelona del muy publicitado Forum de las Culturas, en el año 2004, que se desarrolló en unos terrenos costeros próximos a La Mina.
Queda la duda de qué hubiera sucedido si el barrio no estuviese localizado tan certeramente: hay por toda la geografía muchas “Minas” abandonadas. Lo cierto es que con mayor o menor impaciencia por parte de los vecinos, el proceso de reinvención del barrio se ha puesto en marcha, mediante el “Plan de Transformación”. Y parece que la cosa no va del todo mal. La intención ha sido afrontar el problema desde un punto de vista multidisciplinar, complementando medidas sociales con otras meramente urbanísticas. 
Entre estas últimas cabe destacar el Plan Especial de Reforma y Mejora redactado por los arquitectos Sebastián Jornet, Carles Llop y Joan Enric Pastor, que ha sido merecedor del Premio Nacional de Urbanismo 2006. Galardones aparte, lo cierto es que se trata de una actuación que se ha podido llevar a cabo gracias a la superación de los esquemáticos instrumentos de la práctica habitual del urbanismo español, empezando por la constitución del Consorcio promotor (como colaboración de entidades) y por la participación vecinal en el proceso.
Las decisiones más importantes a nivel urbanístico-espacial han sido las relacionadas con la apertura del barrio al resto de la ciudad, pero también a sí mismo. La principal actuación en este sentido consiste en la demolición de la franja central de edificios de equipamientos para construir en su lugar una Rambla bordeada por nuevas viviendas, concebida como espacio que de identidad vecinal. Las intenciones de apertura de esta vía se manifiestan todavía más claramente en el hecho de su comienzo en el vecino parque del Besós para atravesar el barrio de lado a lado, hasta finalizar en el mar. Toda una invitación a que entre el resto de la ciudad en el barrio La Mina. Esta idea se consolida con la construcción de las nuevas viviendas de la Rambla. Se busca una convivencia de los viejos vecinos con otros que van a ir llegando para que el efecto gueto se pueda disolver.Salvando las distancias y a otra escala, evidentemente, la apertura de esta nueva vía podría recordar la construcción de los bulevares del París de Haussmann o la apertura de la Gran Vía en Madrid a comienzos de este siglo.
En el caso que nos ocupa se trata de la demolición de edificios principalmente públicos, aunque también afecta a algún bloque de viviendas. Esos equipamientos que desaparecen se van a relocalizar en distintos lugares del barrio, además de disponer otras dotaciones necesarias. En relación al tema de los edificios públicos hay que destacar la futura instalación de un campus universitario en el espacio comprendido entre la Mina y la costa. En todo caso, a pesar de la buena pinta del conjunto del proceso, queda la duda de cómo será esa convivencia de viejos y nuevos vecinos, y si todo ello no acabará suponiendo la expulsión económica de los antiguos habitantes, para acabar construyendo nuevos edificios en el conjunto del barrio, mecanismo que se repite una y otra vez en distintos lugares. Pero por el momento, según cuenta el equipo de arquitectos autores del plan urbanístico, hay que celebrar que por primera vez los Gigantes y Cabezudos de las fiestas de Sant Adriá han desfilado por el barrio, un detalle realmente simbólico.
El ejemplo de la reforma de La Mina adquiere especial relevancia en estos tiempos en que parece que el desarrollo de planes urbanísticos que supongan la expansión metropolitana, consumiendo nuevo suelo “virgen”, está empezando a sufrir un proceso de ralentización. El futuro deseable pasa por la mejora y enriquecimiento de la ciudad heredada, pero entendida como el enorme conjunto que es, no sólo como centro histórico estricto. Se presenta una gran oportunidad en los barrios periféricos construidos durante el siglo XX, que son los que realmente ocupan la mayor parte de la superficie de nuestras ciudades.
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Nos parece muy interesante esta experiencia.
Invitamos a que participéis en la Convocatoria de Experiencias de nuestro portal:
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Hola,
Yo soy disenadora de urbano.. Queiro participar esta experience..Se necessita, puede contact mi correo por favor.
1merve.ersan@gmail.com
un saludo
quisiera comunicarles que yo he pisado hace ahora 6 meses La Mina, esta claro que no es lo que era antes, esta mejorando muchisimo, antes era un lugar de panico , un lugar donde te venia un chico por la calle y te decia, cuidado que soy de La Mina, esta frase ya esta perdiendo mucho valor, debido a la mejora de infraestructuras y de ayudas sociales a este barrio, estoy orgulloso de la voluntad que poneis, arquitectos , educadores, alcaldes, por querer cambiar estos barrios, sinceramente y si es de interes, la iluminacion es parte esencial, a mayor iluminacion mas visibilidad y menos panico el ir por la noche por la calle. sobretodo es importante la construccion de residencias y escuelas, y lugares publicos, poco a poco pero no dejar que vayan pasando los años, un saludo
La idea de mezclar vecinos antiguos y nuevos me parece una idea difícil de llevar a la práctica con eficacia. Hay ya vecinos que compraron su vivienda libre en esa zona con u gran esfuerzo y sin que se les diera información acerca de los planes de realojo. Al cabo de poco tiempo se encuentran que, con una hipoteca que les va a llevar la vida para pagar sus pisos no los van a poder vender por falta de compradores ya informados de lo que va a ir ahí.
Además de perder lo que puedan ganar trabajando duro toda su vida, se enfrentan al temor por las dificultades que puede entrañar la convivencia con los nuevos vecinos.
¿Qué piensan los gestores sobre esto? Realmente les vale la pena las ayudas recibidas a sus planes ingeniosos? ¿ Han explicado todo el proceso a los de Oxford?.