La justicia pone coto al urbanismo desenfrenado en Valencia
En los últimos meses hemos sido testigos como un rosario de sentencias (Rabassa, Porxinos, Benicássim, Marina d`Or) han fallado contra las constructoras e inmobiliarias que en algunos casos buscaban provocar auténticos desaguisados urbanísticos con sus promociones inmobiliarias. En la mayoría de las sentencias nos encontramos con irregularidades en los procesos de urbanización, como falta de documentación o contaminación de los recursos hídricos de la zona dónde se iba a edificar.
Todas esas sentencias hablan de un cambio de sensibilidad de los jueces que tienen que lidiar con los proyectos urbanísticos y de vivienda. Manuel Alcaráz, Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Alicante considera que estos cambios en analizar el urbanismo obedecen a una nueva visión por parte de los profesionales que tiene que aplicar las leyes.
Sin embargo desde los ámbitos políticos donde se aprueban los Planes Generales de Ordenación Urbana se opina que son únicamente los aspectos formales y legales los que fallan, mientras que la concepción urbanística que se tiene por parte de los promotores no es censurada por los jueces y mucho menos es ilegal.
Desde la Plataforma de Abusos Urbanísticos, su Presidente, Enrique Climent, considera que lo que se lanza a la sociedad desde las sentencias judiciales es que el tiempo del urbanismo depredador ha llegado a su fin. Climent opina que los jueces con hacen sino recoger la sensibilidad ciudadana frente a las a veces malas artes de promotores y constructores para lograr hacerse con licitaciones.
Otra manera de entender la problemática consiste en entender que para un ayuntamiento, al construcción siempre trae, de forma directa o indirecta, un flujo constante de ingresos para las administraciones públicas. Debido a ello durante muchos años se permitió en Valencia un urbanismo jíbaro que ha terminado en muchas ocasiones con bellos parajes naturales.
Fuente: Diario El País | Imagen: Abariltur
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