Crisis, promotoras inmobiliarias y bancos: tasaciones infladas
La crisis económica que empezó en el 2007 y aún hoy, en pleno 2010 seguimos sufriendo, ha provocado que los bancos entre en un negocio, como es la promoción inmobiliaria, que no es el suyo. A día de hoy, y según fuentes del Banco de España, los activos inmobiliarios en manos de las entidades financieras en España ascienden a 20.500 millones de euros. La mayor parte de estos activos inmobiliarios han pasado a ser controlados por las entidades financieras españolas como pago de préstamos que se encontraban en mora.
De cualquiera de las maneras, según fuentes del sector inmobiliario las entidades financieras han inflado artificialmente esa cifra. Esto se ha producido por la falta de una normativa clara a la hora de realizar las tasaciones de la construcción inmobiliaria. De este modo las entidades financieras han logrado que en sus cuentas de resultados no aparezcan tantas pérdidas como debiera.
Al hacerse los bancos con promociones inmobiliarias de constructoras que no han podido hacer frente a los pagos de los préstamos que las primeras no han podido hacer frente, las entidades financieras logran que los préstamos pasen a formar parte de la mora de las entidades financieras, con lo cual esos préstamos que no se han pagado no es necesario provisionarlos como si de una pérdida se tratase.
Las entidades financieras, con la legislación en vigor, están obligadas a realizar una tasación de cada nuevo inmueble que pasa a su poder y provisionar el 10% del valor de tasación del mismo. En los últimos tiempos se ha detectado unas tasaciones al alza cuando el bien inmueble pasa a formar parte de una entidad financiera debido a que las empresas inmobiliarias no pueden hacer frente al pago de los préstamos.
¿Qué gana la banca con las tasaciones ficticias? Pues fundamentalmente el evitarse tener que provisionar más dinero del que resulta de tasar un bien inmueble a un precio alto. La legislación actual obliga a las entidades financieras a provisionar una cantidad que es la diferencia entre el precio que se le puso al inmueble a la hora de dar el crédito y el valor actual del inmueble en el momento en que pasa a poder de la entidad financiera.
Fuente: Cotizalia | Imagen: Rodrigo_Soldon
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