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Este sábado se inauguran dos nuevas plantas del centro de cultura comunitaria y con esta ‘excusa’ volvemos a Zaragoza para hacer un repaso de la evolución de este espacio donde Paisaje Transversal colaboró en su puesta en marcha. Dos años han pasado ya desde que abrió sus puertas y un poco más desde que intervenimos como Paisaje Transversal para conocer de forma participativa los nuevos usos del edificio rehabilitado y la gestión del centro que el ayuntamiento zaragozano se propuso recuperar para la ciudadanía. En ese momento, ya estaba claro que no sería un centro municipal cultural más. Entre otras cosas, porque lo que ocurría dentro (y muchas veces fuera) de sus muros sería decidido por la comunidad en su conjunto. Esta estuvo y está compuesta tanto por la ciudadanía, como por el tejido vecinal, los agentes culturales y los municipales.

Una comunidad que no para de crecer, ya que como nos dice el coordinador de Harinera, Diego Garulo Osés, a la asociación de vecinos de San José, se han unido la AMPA del colegio María Moliner, la Comisión de Fiestas y muchos ciudadanos a título personal. Y es que la gestión de Harinera se hace mediante el colectivo Llámalo H, actualmente compuesto por medio centenar de personas y abierto a quien lo deseé cumpliendo solo dos cumplan dos requisitos: comprometerse con alguna comisión o grupo de trabajo, y acudir regularmente a las asambleas. ¿Qué más novedades y cómo ha evolucionado Harinera en estos dos años de vida?

“No se puede hacer un balance más positivo”, comenta Garulo, que indica el carácter innovador y el riesgo que asumió el ayuntamiento con un proyecto pionero que ha llamado la atención en muchas otras ciudades del Estado y que incluso ha sido incluido en el ranking (puesto 51º) del Obersavorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea como una de las instituciones o acontecimientos culturales más relevantes en el Estado español en 2017. Y es con el arranque del proyecto ya se planteó que fuera así. No solo que funcionara de manera diferente, si no que desde su inicio –concepción, nacimiento y rodaje- fuera diferente. Se decide escuchar antes de decidir por los ciudadanos. Se abre un proceso de participación para definir usos y mecánicas de gestión del centro. Con #HarineraZGZ, Paisaje Transversal concentró en el documento ‘Proyecto ampliado de usos para el espacio creativo Harinera’ la descripción detallada que cada actividad, así como las respuestas a los interrogantes de cómo entender el proyecto, además de las conclusiones que se sacan y que desembocan en el concepto de gestión ‘líquida’ y corresponsabilidad ciudadana que asume la Harinera. De la gestión municipal inicial hasta la cogestión actual.

¿Cómo se puede saber si ha tenido éxito este modelo de gestión? Una vez más, en Harinera las cosas funcionan diferentes. Podemos tomar los datos cuantificativos de 2017 (116 actividades organizadas, con un volumen de asistencia del 80% del foro, más de 14.000 visitas, 11.000 de ellas participantes, 5.900 seguidores en Facebook, 2.500 en Twitter, 1.200 en Instagram), pero mejor si lo hacemos cuantitativamente. La ‘encuesta emocional’ que hicieron destaca datos tan curiosos –y no por ello menos importantes- como que el 97% de los asistentes se rio durante su estancia en el espacio, el 88% conoció a alguien nuevo, el 93% considera que acudir a Harinera les mejoró el día, aprendió algo nuevo (97%), repetiría (99%). Datos más formales pero muy importantes son que el 60% de los encuestados fueron por primera vez y que siete de cada diez visitantes fueron mujeres.

El poso de la experiencia de estos dos últimos años hace que la comunidad ‘harinera’ de un paso más y abran otras dos plantas del edificio para nuevas actividades. ¿Por qué ahora? “Se trata de una reivindicación de los vecinos desde el inicio, que se recuperar toda la antigua fábrica. Se planteó en el proyecto inicial y ahora ocurre en un momento clave: ya hemos aprendido a gestionar la planta de calle actual, hemos sumado muchas actividades como para cubrir todos los espacios y queremos incluir otro tipo de relaciones con la cultura”. Esas nuevas formas son las residencias. 

Once proyectos han sido los seleccionados para ocupar espacios que van entre los 25 y los 50 metros cuadrados en una parte de las nuevas dos plantas que se abren y se presentan oficialmente este sábado. De entre 25 propuestas iniciales, se han seleccionado iniciativas diferenciadas pero que casan perfectamente como el espíritu de Harinera: artistas textiles, grabado no tóxico, animación, danza inclusiva, diseño gráfico, etc. Las residencias son cesiones gratuitas del espacio por uno o dos años a cambio de un retorno a la sociedad: por un lado, formando parte de la Asamblea y las Comisiones de Trabajo del equipo gestor; y devolviendo a la sociedad ese apoyo en forma de actividades. 

La otra parte del edificio que se abre ahora irá fragmentado en cinco espacios polivalentes. Desde Harinera nos indican que uno, con doble altura, está pensado para las artes circenses, pero los demás han sido pensados para que puedan acoger cualquier actividad. “Harinera se concibe –explica su coordinador- como creemos que debería ser todos los espacios culturales: abiertos en su diseño para que la sociedad decida qué usos hay que darle y que no sea el espacio el que lo decida”.

Unas decisiones que se toman en un barrio, el de San José, que ha visto transformarse en los últimos años. Para empezar, por el impacto regenerador desde el punto de vita urbanístico de la propia apertura de puertas de Harinera. De tener una fábrica abandonada durante 15 años, a tener un foco de actividad creativa y comunitaria. Además, la intervención en lugares cercanos también ha inyectado de vida muchos de los espacios más degradados. Como el Jardín de la Memoria o eventos propios de acupuntura urbana como pueden ser la intervención de muros grises del distrito.