Mama, [NO] quiero ser artista

Feb 11 •

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En la última edición de la Revista Elle, aparecen bastantes artículos dedicados a la arquitectura. O al menos a lo que la revista Elle entiende que es arquitectura. No se escandalicen, Cosmopolitan y Elle son revistas de arquitectura de vez en cuando (de “qué” arquitectura ya es otra cuestión) y les aseguro que tienen infinitamente mas tirada que AV, El Hola… perdón El Croquis, y Metalocus. Por otra parte el Cosmo predijo la llegada de la arquitectura Rock’n’roll antes de que se convirtiera en el cadáver perfumado que es hoy, y ahora predica con saña la nueva sostenibilidad, lo que nos da una idea de las profundas convicciones de su línea editorial y de que de todo puede hacerse una camiseta trendy.


En fin, a lo que íbamos, en el ultimo numero aparecen Javier Pioz, de nuevo con su torre biónica, (y van…) que no entiendo como en estos tiempos de islas que parecen una piña colada y torres que son como un torso que gira (aquí un descanso para salir fuera a tomar el aire, fumar un cigarrito y sollozar por esta profesión), no se la han construido aun. Lo curioso de Elle es que junto al architectural-show de Pioz, aparece una entrevista en profundidad con Enric Ruiz Geli, uno de los nuevos valores de la arquitectura española.


Enric esta muy propio, accesible, sostenible, de negro, hasta ahí nada que objetar realmente. Es interesante comprobar qué le interesa a una revista de difusión general, fuera del endogámico y encharcado mundo de las publicaciones de arquitectura al uso, “por y para” arquitectos. Sin embargo, en un momento dado, y después de una entrevista por lo demás lógica y bastante razonable, con grandes alusiones a la tecnología y la sostenibilidad, dos perlas empañan la imagen de hombre racional, sostenible y comprometido que nos empezábamos a hacer de Enric:

“Queríamos que esta disciplina [la arquitectura] saliera del ministerio de fomento y se acercase mas al de Cultura, que es donde debe estar. La arquitectura debe convivir con la industria cultural y no con la del ladrillo.”

“la arquitectura debe estar situada junta a la industria del arte y la cultura y no posicionarse junta a la del ladrillo.” [titular lateral] (Sospecho que manufacturado por la/el redactor/a del Elle)

Ya salió el ladrillo, el pobre, que lleva acumuladas más penas que la Zarzamora, llora que llora. La frase, después de una entrevista en la que se defiende la técnica, la sostenibilidad y la tecnología, me parece de un peligro supremo y un craso error. Primeramente por que si salgo del ministerio de fomento (o del de vivienda, donde no debe haber mucha gente, mas allá de Carlos Hernández Pezzi, genuflexo él) a donde quiero ir es a ciencia y tecnología y no a cultura. Ir a cultura significa aceptar ir hacia la vena artística, horrorosa clasificación a la que debemos hoy en día muchos de nuestros males, sino todos, como profesión.


Cuando nos quejamos de que los ingenieros nos ganan terreno día a día, lloramos por las esquinas por que la adaptación al proceso de Bolonia nos va a dejar el cuerpo (educativo, se entiende) de jota, bien, ahí lo tienen, al menos ellos no han renunciado nunca a ser lo que son. Técnicos. Expertos en una materia técnica, compleja y que no es una fiesta del cultureo en la que las decisiones son tan baladí como aquellos que las toman.


¿Somos algo más los arquitectos?, es indudable que tenemos otros intereses si, pero aun así no seré yo quien me defina como artista y menos como persona de la cultura. Antonio Miranda repite siempre una magnifica frase “bella como una maquina para la guerra”, en la que nada sobra y a la que nada hay que añadir. Recuerdo aun otra de Federico García Lorca, “Soy poeta por la gracia de Dios, del Diablo y sobre todo, de la técnica”.


La arquitectura es una industria extraña, produce bienes que pueden aspirar a ser beneficiosos para aquellos que los han de usar, y que, si se hace bien y se es un buen profesional (y si las circunstancias acompañan), resultara tan bella como perfecta sea en si misma. Será tan obra de arte como lo es, en cierta medida, un Volskwagen Beetle, o, siguiendo a Antonio Miranda, un Kalashnikov. Nada mas se le puede pedir y el hecho de que se considere arte, no es un favor, antes al contrario representa para mi una peligrosa forma de banalizar un oficio (recuerden lo que esta palabra implica) técnico, en el que las decisiones no responden a caprichos ni a ideas felices. O al menos no deberían.


En "El Imperio Contraataca" Luke le pregunta a Yoda si el reverso tenebroso es mas fuerte. “No, no”, responde Yoda “Más rápido. Más fácil. Más seductor”. Pues aplíquense el cuento, el reverso tenebroso esta ahí, el camino empedrado de cultura, iluminado de arte. Y si no, siempre podemos comprarnos un casco negro como Darth Vader…. y como Jean Nouvel.

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