¿Espacio libre=Espacio público? Espacio basura y potencial de transformación en el corazón de las ciudades

Ago 19 •

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Cada vez estamos más acostumbrados a que, año tras año, las plazas y los espacios libres de los centros urbanos y cascos históricos sean reformados progresivamente. Esta transformación lenta pero constante suele ir acompañada de grandes maniobras publicitarias que prometen regenerar y dinamizar áreas clave de nuestras ciudades.
Pasando por alto el escepticismo o entusiasmo que puedan generar entre los ciudadanos (que en definitiva depende de cada persona en función de multitud de factores subjetivos) es indiscutible la desconexión que estas maniobras tienen respecto a los futuros usuarios (vecinosprincipalmente) y en muchos casos también respecto a los organismos de los propios ayuntamientos que supuestamente deben estudiar, analizar y plantear intervenciones (léase concejalías, departamentos de urbanismo, etc…).

Una gran mayoría de estas intervenciones que reforman los centros urbanos se llevan a cabo como consecuencia del oportunismo político, en función de polémicas puntuales, calendarios electorales y arrebatos populistas, sin tener en cuenta el trabajo de técnicos y profesionales. Produce escalofríos pensar que, bien entrados en el sigloXXI, en un contexto social y tecnológico que permite y fomenta unos grados de participación horizontal jamás vistos hasta ahora, muchas de las decisiones clave que tienen un impacto en el medio urbano y conllevan inversiones (y endeudamientos) millonarios se siguen tomando siguiendo criterios (más que criterios, impulsos) puramente personalistas, carentes en muchos casos de todo rigor profesional y al margen de cualquier tipo de diálogo y/o participación de los implicados más directos.
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Si tuviéramos el tiempo y el espacio para analizar caso por caso las ultimas intervenciones en centros urbanos de ciudades españolas (ejercicio fácilmente extrapolable a otros países y contextos sociales) descubriríamos una gran cantidad de casos en los que el resultado final de estas actuaciones, lejos de generar un entramado social y cultural más rico, acaban convirtiéndose en espacios carentes de vida que en el mejor de los casos cumplendisciplinadamente funciones como lugares de tránsito y control ciudadanos. En lugar de acupuntura urbana (de bajo coste y efecto inmediato) presenciamos todo tipo de liftings y costosas operaciones de cirugía estética que requieren largos plazos de ejecución y recuperaciones postoperatorio aun mayores.
Si tomamos como ejemplo el caso de Madrid vemos como algunas de las intervenciones más relevantes que se han acometido en los últimos años (como por ejemplo las reformas de la Plaza Luna, la Puerta del Sol y futuros proyectos como el de la Plaza de Callao) se caracterizan por generar grandes superficies duras con enormes infraestructuras subterráneas que generalmente son la auténtica motivación del proyecto. Una suerte de urbanismo de infraestructuras precisamente en puntos clave de la ciudad en los que se debería prestar especial atención a cuestiones de carácter social y de relación con el contexto.
Ante este panorama no debemos dejar de poner todos nuestros medios para modificar en la medida de lo posible un sistema que obedece a parámetros económicos y políticos antes que sociales. Debemos afrontar esta realidad desde todas las esferas, foros y plataformas posibles, desde dentro y desde fuera. Mientras se producen cambios estructurales dentro del sistema (y no está de más recalcar la responsabilidad en este proceso de arquitectos, urbanistas y planificadores urbanos, pese a la impotencia que podamos llegar a sentir en determinados escenarios de trabajo) no deberíamos dejar de lado las oportunidades que ofrecen la acción directa y la propia morfología de tábula rasa de estas regeneraciones urbanas. Si no aparecen signos, quizás deberíamos plantearnos generarlos de manera autónoma. Si no aparecen huellas, quizá deberíamos generarlas independientemente de los programas políticos. Insisto en la necesidad de seguir trabajando para producir una transformación dentro del propio sistema, pero en muchas ocasiones estos cambios vienen desencadenados por intervenciones directas que irrumpen desde el exterior. Iniciativas que en las que los protagonistas son los ciudadanos por encima de profesionalismos.
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¿Acaso hay algo que nos impida bajar a la calle nuestros muebles y convertirla en una extensión de nuestra casa? ¿Por qué no transformar estos espacios en extensiones de nuestra personalidad? ¿Por qué no asumir que el espacio público nos pertenece a los ciudadanos y por lo tanto deberíamos tener autonomía para regenerarlo por nuestros propios medios? Si asumimos esa autonomía la siguiente cuestión sería la capacidad. ¿Somos capaces de generar cambios en el espacio urbano de manera que éste no solo se adapte mejor a nuestras necesidades si no también nos aporte nueva sposibilidades de interacción y socialización?Parece lógico pensar que iniciativas individuales (aun siendo esenciales como maniobras generadoras de actitudes y pensamientos críticos) están condenadas a diluirse en espacio, el tiempo y la parafernalia burocrática institucional. Desde hace décadas aparecen movimientos que reclaman el espacio público como soporte de expresión personal, generalmente surgidos desde los márgenes y la contra-cultura. Sin embargo muchas de estas iniciativas acaban produciendo violentas reaccion es de recorte de libertades y mayores medidas de control. Es por ello que resulta esencial afrontar el reto (y la oportunidad) que se nos presenta en términos de pensamiento colectivo y con una clara vocación de continuidad. Solo uniendo esfuerzos y conocimientos a una voluntad de acción autónoma lograremos producir sismos que lleguen a producir cambios efectivos. Si bien es cierto que estos ingredientes no garantizan un efecto inmediato (como es el triste caso del Campo de Golf de Chamberí que dejó de ser parque para convertirse en subcontrata), la semilla de la autogestión e intervención directa acabará dando frutos tarde o temprano y en su camino nos abrirá las puertas a nuevas formas de interrelación social y comunal. Recientemente hemos visto como la labor insistente y decidida de varios colectivos locales ha conseguido la cesión temporal de un gran solar en Lavapiés para convertirlo temporalmente en un espacio de uso y encuentro para el vecindario. Una prueba más de que el potencial está ahí, es nuestra responsabilidad (en tanto que ciudadanos) aprovecharlo.
(fuente fotos Times Square: http://designyoutrust.com)

Este articulo ha sido escrito por Benjamín Castro para el blog “La Ciudad Viva“, una iniciativa de la Consejería de Vivienda y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía.
Para este mismo blog hemos escritos otros interesantes artículos:
Tu ciudad, detrás de una tapia,
Ciudades de código abierto. Estrategias urbanas participativas de dinamización social,
[Ciudades de código abierto] La arquitectura del espectáculo ha muerto, ¡viva la arquitectura sensata! y
¿Espacio libre=Espacio público? Espacio basura y potencial de transformación en el corazón de las ciudades.

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