Interacción-Blog. Relación promotor-arquitecto

Sep 20 •

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Al hilo de este comentario quería exponer una situación real que se me ha dado hace pocos días.
En el estudio donde colaboro ha entrado un proyecto de apertura de una clínica de reproducción asistida y en las distintas reuniones mantenidas con los promotores, éstos se presentaban con un plano de distribución elaborado por ellos mismos y un presupuesto de una constructora. Ambos, plano y presupuesto, los consideran inamovibles. Argumentan que el alquiler del local les está costando mucho dinero y quieren que les sirvamos como meros intermediarios ante las administraciones para conseguir el documento (proyecto) con el cual obtener las preceptivas licencias y así poder empezar la obra cuanto antes. Nosotros les exponíamos la problemática que deriva de todo tipo de proyecto de apertura en cuanto a cumplimiento de normativas y demás, así como le intentábamos orientar en el sentido arquitectónico del proyecto.

El proyecto de una clínica de reproducción asistida, independientemente de un correcto dimensionado, distribución y confortabilidad de los espacios, debe tener como punto de partida una reflexión en cuanto a los temas éticos que pueda suscitar para el usuario de este tipo de centros (ésto además puede llevar implícito el argumento de una idea proyectual, pero esto ya para “nosotros”). Esta reflexión se manifiesta en un análisis minucioso de las circulaciones y de la configuración de las salas de espera de las parejas que acuden a una fecundación in-vitro en contraposición a los de los donantes, por motivos obvios. Asimismo se deben estudiar con detalle las condiciones de privacidad que se le deben ofrecer al paciente masculino que llega con un problema de infertilidad, pues todavía hay tabúes al respecto.

Después de toda esta argumentación profesional, los promotores (ginecólogos) se mantenían en su postura de no modificar ni un tabique que no fuera estrictamente necesario por cuestión de normativa y no atendían a todo ese tipo de razonamientos que les pusimos encima de la mesa, aludiendo a que ellos ya tenían un presupuesto cerrado con una constructora, e incluso rechazan cualquier asesoramiento por nuestra parte en la búsqueda de precios más competitivos que los que ellos manejan. “Que no, y punto”. Por lo tanto si queremos el cliente debemos claudicar, y hemos claudicado.

Todo esto, finalmente, puede dar pie a una reflexión: ¿hacemos bien como arquitectos aceptar estos imperativos de un cliente cuando éste acude a nosotros?, o ¿debe prevalecer el prurito profesional y no aceptar imposiciones aun a costa de perder un encargo?

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